Twitter versus Trump: entre «poderes salvajes» está el juego.

El 8 de enero Twitter procedió a “suspender permanentemente” -léase cancelar- la cuenta https://twitter.com/realDonaldTrump; según el comunicado de la empresa, “después de una revisión de los tuits recientes de la cuenta @realDonaldTrump y el contexto que los rodea, hemos suspendido permanentemente la cuenta debido al riesgo de una mayor incitación a la violencia”. 

Continúa el comunicado del siguiente modo: “In the context of horrific events this week, we made it clear on Wednesday that additional violations of the Twitter Rules would potentially result in this very course of action. Our public interest framework exists to enable the public to hear from elected officials and world leaders directly. It is built on a principle that the people have a right to hold power to account in the open. However, we made it clear going back years that these accounts are not above our rules entirely and cannot use Twitter to incite violence, among other things. We will continue to be transparent around our policies and their enforcement. The below is a comprehensive analysis of our policy enforcement approach in this case. 

Overview 

On January 8, 2021, President Donald J. Trump Tweeted: “The 75,000,000 great American Patriots who voted for me, AMERICA FIRST, and MAKE AMERICA GREAT AGAIN, will have a GIANT VOICE long into the future. They will not be disrespected or treated unfairly in any way, shape or form!!!” Shortly thereafter, the President Tweeted: “To all of those who have asked, I will not be going to the Inauguration on January 20th.” 

Due to the ongoing tensions in the United States, and an uptick in the global conversation in regards to the people who violently stormed the Capitol on January 6, 2021, these two Tweets must be read in the context of broader events in the country and the ways in which the President’s statements can be mobilized by different audiences, including to incite violence, as well as in the context of the pattern of behavior from this account in recent weeks. After assessing the language in these Tweets against our Glorification of Violence policy, we have determined that these Tweets are in violation of the Glorification of Violence Policy and the user @realDonaldTrump should be immediately permanently suspended from the service. 

Assessment. 

We assessed the two Tweets referenced above under our Glorification of Violence policy, which aims to prevent the glorification of violence that could inspire others to replicate violent acts and determined that they were highly likely to encourage and inspire people to replicate the criminal acts that took place at the U.S. Capitol on January 6, 2021. 

This determination is based on a number of factors, including: President Trump’s statement that he will not be attending the Inauguration is being received by a number of his supporters as further confirmation that the election was not legitimate and is seen as him disavowing his previous claim made via two Tweets (1, 2) by his Deputy Chief of Staff, Dan Scavino, that there would be an “orderly transition” on January 20th. 

The second Tweet may also serve as encouragement to those potentially considering violent acts that the Inauguration would be a “safe” target, as he will not be attending. The use of the words “American Patriots” to describe some of his supporters is also being interpreted as support for those committing violent acts at the US Capitol. The mention of his supporters having a “GIANT VOICE long into the future” and that “They will not be disrespected or treated unfairly in any way, shape or form!!!” is being interpreted as further indication that President Trump does not plan to facilitate an “orderly transition” and instead that he plans to continue to support, empower, and shield those who believe he won the election. 

Plans for future armed protests have already begun proliferating on and off-Twitter, including a proposed secondary attack on the US Capitol and state capitol buildings on January 17, 2021. 

As such, our determination is that the two Tweets above are likely to inspire others to replicate the violent acts that took place on January 6, 2021, and that there are multiple indicators that they are being received and understood as encouragement to do so”. 

La cuenta cancelada era seguida por más de 88.700.000 personas, bastante más del doble de la cuenta oficial de Trump como Presidente de Estados Unidos, que tiene en estos momentos más de 33.400.000 seguidores. Como es conocido, la cuenta personal de Trump, ahora cancelada, era anterior a su llegada a la Casa Blanca pero el Presidente hizo un uso “institucional” de la misma con mucha más profusión que la propia cuenta oficial (President Trump, @POTUS). 

El uso reiterado de la citada cuenta privada por Trump y Daniel Scavino, “the White House Social Media Director and Assistant to the President”, para anunciar, explicar y defender sus medidas políticas, para promover la agenda legislativa del Gobierno, para anunciar decisiones oficiales, publicitar visitas de Estado, comentar las relaciones internacionales, comunicar nombramientos y remociones de cargos públicos…acabó dándole ese perfil público, con sus ventajas e inconvenientes. 

Entre las primeras, cabe destacar que al ser considerada cuenta de uso institucional de un líder político mundial la cuenta de Trump se apartaba de las reglas generales de bloqueo aplicadas por Twitter y aprobadas por esta red, hace justo tres años, en enero de 2018, con el fin, se declaró, de promover la «conversación pública» sobre asuntos políticos, incluso si sus declaraciones son «controvertidas». 

Este anuncio se hizo público después de que un tuit de, precisamente, Donald Trump sobre el uso de armas nucleares generara numerosas críticas a Twitter por, se dijo, amparar amenazas. La compañía respondió: «Twitter está aquí para servir y ayudar a avanzar en la conversación global y pública. Los líderes mundiales elegidos desempeñan un papel fundamental en esa conversación debido a su gran impacto en nuestra sociedad… Bloquear a un líder mundial en Twitter o eliminar sus tuits polémicos ocultaría información importante que la gente debería poder ver y debatir. No se silenciaría a ese líder, pero ciertamente obstaculizaría la discusión necesaria sobre sus palabras y acciones». En ese comunicado, Twitter advirtió que «revisamos los tuits de los líderes dentro del contexto político que los define, y hacemos cumplir nuestras reglas en consecuencia». 

El 15 de octubre de 2019 Twitter publicó en su blog una entrada sobre “Líderes mundiales en Twitter: principios y enfoque” donde señala, entre otras cosas, que “Nuestra misión es proporcionar un foro que permita a las personas estar informadas e involucrarse directamente con sus líderes… Las interacciones directas con otras figuras públicas, los comentarios sobre cuestiones políticas del día a día, o reacciones sobre la política exterior relacionados con cuestiones económicas o militares, generalmente no violan las Reglas de Twitter. Sin embargo, si el Tweet de un líder mundial viola las Reglas de Twitter, pero existe un claro valor de interés público para mantener el Tweet en el servicio, podemos mostrarlo detrás de un aviso que proporcione contexto sobre la violación en cuestión y permita que las personas que desean ver el contenido hagan clic en el mismo”. 

En definitiva, Twitter establece un trato “preferente”, respecto de las reglas generales, para los “líderes mundiales”, lo que, se supone, ha beneficiado a la cuenta privado-institucional de Trump, que, de otro modo, podría haber sido “sancionada” con anterioridad, algo reclamado por sus oponentes políticos en no pocas ocasiones (aquí una muestra). 

Por cierto, la primera vez que Twitter “etiquetó” un tuit de Trump fue a finales de mayo de 2020 cuando el Presidente hizo el siguiente comentario: “…Estos MATONES están deshonrando la memoria de George Floyd, y no permitiré que eso suceda. Acabo de hablar con el Gobernador Tim Walz y le he dicho que el Ejército está a su total disposición. Cualquier dificultad y asumiremos el control pero, cuando empiezan los saqueos, empiezan los tiros. ¡Gracias!»; Twitter le añadió el siguiente mensaje: “Este tuit infringió las reglas de Twitter sobre glorificación de la violencia. Sin embargo, Twitter ha concluido que puede ser de interés público que el tuit siga estando accesible”. 

En contrapartida a este trato preferente para la cuenta de Trump, su conversión en un “foro público” le ha impedido a su titular hacer uso de una herramienta de la red social tan potente como es bloquear a otros usuarios que pretendan interactuar o, cuando menos, “escuchar” al titular de la cuenta, cosa que podría hacer sin problema si fuera una cuenta estrictamente privada; así se resolvió en el conflicto judicial planteado una vez que el Presidente Trump, tras recibir varios comentarios críticos, bloqueara el acceso de siete ciudadanos a su cuenta @realDonaldTrump. En primera instancia, el Tribunal del distrito sur de Nueva York consideró el bloqueo contrario a la Primera Enmienda: aunque estamos ante un red social privada la cuenta está bajo el control del gobierno federal; en segundo lugar, hay que diferenciar entre la relación de tuits emitidos, que formarían parte del government speech y no cabría someterla al escrutinio estricto propio de una limitación a la libertad de expresión, y el espacio interactivo de respuestas y retuits vinculados con cada mensaje de la cuenta @realDonaldTrump, que sí entraría en aquella categoría, en concreto en la de foro público habilitado por el poder público que, mientras se mantenga abierto, estará sometido a las mismas reglas que el foro público tradicional: no se puede impedir el acceso al mismo si eso supone una discriminación por el contenido del mensaje, algo contrario a la Primera Enmienda, cosa que no hubiera ocurrido si en lugar de bloquear a esos usuarios se les hubiera simplemente “silenciado”. Esta sentencia fue ratificada por un Tribunal de Apelaciones del Segundo Circuito  y este interesantísimo caso ha sido comentado de manera exhaustiva y certera por el profesor Víctor Vázquez, a cuyo trabajo me remito). 

Por su parte, a Twitter su “relación” con Trump también le ha aportado, sin duda, evidentes ventajas y, podríamos decir, algunos “problemas”. Entre las primeras, el extraordinario impacto global que supone que una cuenta inicialmente privada del Presidente de los Estados Unidos llegue a tener casi 89 millones de seguidores (si sumamos los de la cuenta oficial estaríamos hablando de más de 122 millones de seguidores) y las ingentes cifras de movimiento e interacción social que han supuesto los tuits de Trump; también el impulso que la campaña electoral de Trump para las primarias republicanas y para las elecciones presidenciales de 2016 supuso para Twitter (Trump publicó 7.794 tuits) y otras redes sociales; en tercer lugar, la relevancia y, por tanto, prestigio que desde el Gobierno de Trump se le dio a Twitter convertido casi en una suerte de “Boletín Oficial”: en 2017, el Departamento de Justicia llegó a decir que los tuits de Trump eran “declaraciones oficiales del Presidente de los Estados Unidos”. Frente a eso, Trump le ha traído “problemas”, aunque también publicidad adicional y mayor relevancia a Twitter, en forma de “conflictos” con ocasión de no pocos tuits de Trump y los subsiguientes etiquetados, suspensión temporal y cancelación de la cuenta. Veremos las consecuencias económicas, en forma de pérdidas, que genera para Twitter la expulsión de Trump y el eventual impulso que puede suponer para entidades competidoras de Twitter ahora mucho más minoritarias, como Parler

Lo que parece claro, y preocupante, es que estamos ante un juego entre, como diría Ferrajoli a partir de la idea aristotélica de animalidad del poder que no está sujeto a la ley, “poderes salvajes”: por una parte, hemos asistido, durante la presidencia de Trump, a un evidente conflicto entre sus intereses personales, familiares y empresariales y el interés de su país, no pareciendo exagerado afirmar que el segundo estaba, en no pocas ocasiones, subordinado al primero: la negativa a facilitar información sobre sus declaraciones impositivas y sobre los resultados de la investigación sobre la supuesta injerencia rusa en las elecciones de 2016 o  el colofón que están suponiendo los indultos presidenciales son meros ejemplos; a ello hay que sumar el desprecio a los derechos de las minorías y de los colectivos más vulnerables, como las personas extranjeras en situación irregular y, especialmente, sus hijos, cuya separación promovió con saña durante meses o, en el plano institucional,  no ya la ausencia de cualquier tipo de lealtad sino el entorpecimiento recalcitrante del traspaso de poderes y los reiterados intentos de deslegitimar un proceso electoral que ha cuestionado sin aportar fundamento alguno. 

Pero si salvaje ha sido la “presidencia Trump” no menos salvajes, en el citado sentido de legibus solutus, son las prácticas de compañías como Twitter o Facebook, que modulan las “reglas del juego” a conveniencia, de manera que se parecen más a los principios de Groucho Marx reformulados como “éstos son mis principios pero si no me gustan tengo otros” que a las reglas teorizadas por Alexy, y han acumulado tanto poder que han convertido el ciberespacio, como explica Ignacio Villaverde en este libro, en un ámbito de impunidad asentado en la idea de que son instrumentos fundamentales para el ejercicio de nuestra libertad de expresión y que cualquier norma que interfiera en su actividad empresarial es, en realidad, una lesión de nuestro derecho fundamental. 

Al respecto, resulta muy gráfica una parte del voto concurrente del juez Egidijus Kūris, con lo que se inicia el libro de Villaverde, en el asunto Magyar Tartalomszolgáltatók Egyesülete y Index.Hu ZRT c. Hungría, sentencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos de 2 febrero 2016; dice: “… esta sentencia no debe ser empleada en modo alguno por los proveedores de Internet, en particular por los que se benefician económicamente de la difusión de los comentarios, cualquiera que sea su contenido, para protegerse de su propia responsabilidad, alternativa o complementaria a la de las personas que publican comentarios degradantes, por no haber adoptado medidas apropiadas contra esas declaraciones envenenadas. Si a pesar de todo se utiliza con ese fin, esta sentencia podría convertirse en un instrumento para (¡otra vez!) blanquear el modelo de negocio de Internet, con el fin de obtener beneficios a cualquier precio. Si se produjera un giro tan lamentable de los acontecimientos, los que se benefician del negocio de Internet no serían los únicos responsables morales de una mayor contaminación de la esfera pública. Y no podemos pretender que no sabemos quién -si no personalmente, pero sí institucionalmente- tendría que compartir esa responsabilidad…” 

Volviendo al caso que nos ocupa, el presidente Trump sigue teniendo a su disposición la cuenta institucional @POTUS en Twitter y una innegable posibilidad de convocar ruedas de prensa, con o sin preguntas, grabar y emitir vídeos por los diversos canales de la Casa Blanca… y, lo que no resulta menor, creo que con arreglo a la propia normativa de su país es más que discutible que la aplicación de las reglas de Twitter haya lesionado su derecho a la libertad de expresión. 

También me parece que la empresa ha acudido, para justificar la clausura de la cuenta, a una especie de “clear and present danger” que dista de ser evidente y pudo adoptar una “sanción” menos drástica, como una suspensión temporal de cierta duración. 

Es posible, en fin, que con su decisión Twitter nos haya brindado algo de protección frente a los poderes salvajes de Trump pero el reto sería cómo nos protegemos de manera más democrática e institucional tanto de una presidencia imperial y descontrolada como de los que obtienen enormes beneficios económicos de un ciberespacio que se gobierna de manera no muy diferente al Salvaje Oeste.

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