En el momento culminante de Blade Runner Roy Batti le dice a Rick Deckard: Yo he visto cosas que vosotros no creeríais… Blade Runner se rodó en 1982 y la acción se desarrolla en un imaginario 2019, en el que, efectivamente, ha finalizado una Legislatura -la XII- que se inició en 2016, año en el que habría sido creado Roy Batti, que si hoy estuviera entre nosotros tal vez nos hablaría de esas cosas que hemos visto en este tiempo y que difícilmente creeríamos no ya en 1982 sino a principios de 2016, cuando se inició la XI –“la brevísima”- Legislatura: duró 111 días y desembocó -por primera vez- en la celebración de nuevas elecciones por aplicación de lo previsto en el artículo 99.5 de la Constitución (CE): “Si transcurrido el plazo de dos meses, a partir de la primera votación de investidura, ningún candidato hubiere obtenido la confianza del Congreso, el Rey disolverá ambas Cámaras y convocará nuevas elecciones con el refrendo del Presidente del Congreso”.
Y es que Mariano Rajoy, el líder del partido más votado en las elecciones de 20 de diciembre de 2015, rechazó someterse a una sesión de investidura. Tras una segunda ronda de consultas, el Rey propuso como candidato a Pedro Sánchez, que no consiguió mayoría absoluta en primera vuelta (130 votos a favor, 1 abstención y 219 votos en contra) ni mayoría simple en la segunda (131 votos a favor y 219 en contra). Ocurrió así algo que tampoco habíamos visto antes: que el candidato propuesto no consiguiera la investidura. También se evidenció, en mi opinión, un fallo en la previsión constitucional: que el plazo para convocar nuevas elecciones deba empezar tras el fracaso de, al menos, una propuesta paraliza el sistema hasta que tal propuesta exista y se someta a votación; sería, quizá, más conveniente que, como propuso el profesor Bastida, haya nuevas elecciones si no hay investidura tras dos meses (o los que se establezcan) desde la constitución del Congreso de los Diputados, haya habido, o no, intentos de investidura.
Luego de las elecciones de 26 de junio de 2016 el Rey propuso como candidato a la Presidencia del Gobierno a Mariano Rajoy, que fracasó en la primera sesión de investidura, que se prolongó desde el 30 de agosto al 2 de septiembre. El segundo debate, con el mismo candidato, se desarrolló entre el 26 y el 29 de octubre: Rajoy perdió la primera votación por 170 votos a favor y 180 votos en contra pero en la segunda consiguió la investidura con 170 votos a favor, 111 en contra y 68 abstenciones. Tampoco habíamos visto antes dos sesiones de investidura con el mismo candidato.
Y, siguiendo con las novedades, el Presidente del Gobierno fue sometido a dos mociones de censura: la primera se presentó el 28 de abril de 2017 por parte de Unidos Podemos y con Pablo Iglesias como candidato a la Presidencia. La votación se celebró el 14 de junio y fue rechazada con 170 votos en contra, 82 a favor y 97 abstenciones. La segunda fue promovida por el Grupo Socialista el 25 de mayo de 2018 y se votó, con Pedro Sánchez como candidato alternativo, el 1 de junio, prosperando al conseguir 180 votos a favor, 169 en contra y 1 abstención. Ninguna de las tres mociones de censura presentadas hasta entonces había salido adelante pero en este momento se demostró que, aunque el diseño constitucional (art. 113 CE) está pensado para dificultar la caída del Presidente del Gobierno -se exige a la candidatura alternativa una mayoría absoluta que no es necesaria para la investidura en segunda vuelta-, no es tarea imposible conseguirlo.
Otra novedad constitucional fue la aplicación del artículo 155 CE tras la declaración unilateral de independencia por parte del Parlament de Cataluña y su inmediata suspensión por el Presidente de la Generalitat: tras la conformidad del Senado al uso del 155, el 27 de octubre de 2018, el Presidente del Gobierno destituyó al gobierno de la Generalidad, disolvió el Parlamento de Cataluña y convocó elecciones autonómicas para el 21 de diciembre, decisiones que, a mi juicio, son de cuestionable constitucionalidad (aquí pueden verse diversas y encontradas opiniones al respecto).
No se puede considerar, ni mucho menos, “original” el recurso gubernamental al Decreto-Ley para aprobar medidas que no revisten el carácter de extraordinarias y urgentes y que, por tanto, deberían ser declaradas inconstitucionales. Pero lo que sí caracteriza a la XII Legislatura en contraste con todo lo ocurrido anteriormente es la conversión del Decreto-Ley en la estrella principal, y casi única, del firmamento legislativo: el Gobierno de Mariano Rajoy acudió en 29 ocasiones a esta figura y durante su mandato únicamente se aprobaron 3 Leyes orgánicas y 14 “ordinarias”; el Gobierno de Pedro Sánchez aprobó 35 Decretos-Leyes y, este período de tiempo, las Cortes Generales sacaron adelante 8 Leyes orgánicas y 14 “ordinarias”.
Finalmente, resulta llamativa y, desde luego, novedosa, la respuesta dada por los Servicios jurídicos del Congreso de los Diputados a la pregunta de si las Diputaciones Permanentes del Congreso y el Senado pueden tramitar como proyecto de ley un Decreto-Ley convalidado por la Cámara Baja. En opinión de dichos Servicios la respuesta debe ser afirmativa atendiendo a la dicción literal de la Constitución y del Reglamento del Congreso. Añaden que el plazo para dicha tramitación concluiría cuando la Diputación Permanente deje de ejercer sus funciones y sería la Mesa de dicho órgano la encargada de fijar el procedimiento. En un sentido contrario a esta posibilidad se han pronunciado, entre otros colegas, los profesores Ana Carmona y César Aguado.
Roy Batti lamenta que esas cosas increíbles que ha visto se perderán en el tiempo, como lágrimas en la lluvia. Yo me atrevo a vaticinar que algunas de las cosas que hemos visto en estas dos últimas Legislaturas no solo no se perderán en los Boletines Oficiales sino que se repetirán e, incluso, se potenciarán en los próximos años. ¡Es la «nueva», o no, política!
Gracias
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