A pesar de todo lo que ha ocurrido en los últimos años en el mundo financiero -y que puede atisbarse con mirar Inside Job, de Charles Ferguson, o leer el Informe del Congreso de los Estados Unidos sobre las causas de ese desastre- no será fácil que sirva para que las cosas cambien realmente pues están funcionando a pleno rendimiento lo que Albert O. Hisrchman (Retóricas de la intransigencia) denomina tesis reactivo-reaccionarias: la tesis de la perversidad, según la cual toda acción deliberada para mejorar algún rasgo del orden político, social o económico nada más que sirve para exacerbar la condición que se desea remediar; la tesis de la futilidad, que sostiene que las tentativas de transformación social serán inválidas, simplemente no lograrán “hacer mella”, y la tesis del riesgo, que apela al coste del cambio o reforma propuestos y concluye que es demasiado alto pues pone en riesgo algún logro previo y valioso. Para conocer un poco más cómo y por qué hemos llegado aquí, especialmente en España, léase La torre de la arrogancia. Políticas y mercados después de la tormenta, de Xosé Carlos Arias y Antón Costas.